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¿QUIÉN ES EL CULPABLE DEL FRACASO DE MI EMPRENDIMIENTO?

En la cultura latinoamericana, cuando ocurre un fracaso, siempre hay un culpable y eso aplica también a un emprendimiento. Para contextualizar la situación de fracaso de emprendimientos te comento sobre un estudio hecho a 324 emprendedores que cerraron sus negocios. Este estudio fue patrocinado por la Fundación Bavaria, la Universidad del Rosario y el Grupo Sura en Colombia. Los resultados arrojaron que 21,9% de los encuestados no contó con el flujo de caja para seguir y 18,8% tuvo problemas con los préstamos. Además, 17,1% contó con exceso de gastos operativos y 15% tuvo retrasos en los pagos a clientes. El informe reveló también, que para 14,7% de los encuestados la planeación fue deficiente, mientras que a 14,5% le faltó métodos de gestión. Para el 17,5% de los emprendedores, su fracaso se debió a problemas con la promoción. A estas dificultades se sumaron el débil estudio de mercado, la mala selección del mismo y la pérdida de clientes. ¿Quién es el culpable del fracaso del emprendimiento?

¿Por qué nos sentimos culpables o culpamos a otros?

Los humanos no nacemos con un gen de culpabilidad. Lo aprendemos a través de nuestros padres, familiares, amigos instituciones que nos “castigan” porque violamos sus “reglas”. Cada uno de nosotros responde de una manera diferente, según como hayan sido nuestras experiencias emocionales con esas personas. En alguna parte leí esta historia: Un grupo de personas están esperando en una parada de autobús y de repente una de ellas cae al suelo con un posible paro cardíaco. Una de ellas al ver la escena entra en shock, queda paralizada y solamente se queda mirando impotente a la persona en el suelo. Otra se acerca a la que ha caído al suelo e intenta reanimarla. Una más del grupo, lo primero que hace es buscar su teléfono y llamar a emergencias, mientras una última empieza a gritar asustada. Como se ve, misma escena, reacciones totalmente diversas y opuestas. Algunas de las personas presentes tienden a ser resolutivas, su impulso es hacer algo, otras en cambio se paralizan o entran en pánico. Algunas quedarán emocionalmente bastante afectadas, mientras que otras son indiferentes.

¿Acepto y me responsabilizo o me culpo y me cargo emocionalmente?

El proceso de crecimiento de una persona se va dando porque su mentalidad va cambiando desde culpar a otro, inclusive a sí mismo, a responsabilizarse por sus pensamientos y acciones. Una persona se cataloga como madura cuando es capaz de responsabilizarse de sí mismo. Responsabilizarse significa educarse en la independencia y la autonomía, confiando en nuestras capacidades, admitiendo el error como parte del desarrollo y del camino.

En el libro “Levantarse una vez más” de Raffaele Lepore, se lee que mientras más irresponsabilidad tengo sobre algo, hace que las situaciones se vayan acumulando en ese algo. Esto origina que cuando vienen los vectores de prueba estos son grandes, y en ocasiones críticos. Soltar el volante de la vida no es la mejor opción. Esperar que otros sean los que resuelven mis problemas me pone en el camino del fracaso. El autor nos enseña que el éxito está al otro lado de los miedos adquiridos durante la educación.

Aceptar las cosas como son

Sin duda, la realidad nos pone a prueba y a menudo estamos expuestos a circunstancias indeseadas. En lugar de lamentar nuestra suerte, podemos preguntarnos ¿qué es lo que nos queda? Y luego, ¿qué podemos hacer para restablecer el equilibrio en nuestra vida con lo que nos queda’ Es decir, para mantener nuestro equilibrio emocional es necesario aceptar las cosas como nos ha tocado vivirlas, ya que son un reto y un aprendizaje. Al mismo tiempo, en lugar de buscar culpables, debemos aceptar a los demás y entender sus razones, lo cual no significa estar de acuerdo con ellas. Si nuestro emprendimiento no está funcionando, revisemos qué hemos hecho para llegar hasta esa situación. Las cosas cambian y algunas pueden ser de improviso, como ha sucedido con la pandemia del Covid 19. Para todos fue de improviso, pero unos han sido afectados negativamente mientras que otros han encontrado en la pandemia y el confinamiento una gran oportunidad.

Me guío por lo que escribió Reinhold Niebuhr, en su Plegaria de la Serenidad. Dice así: “Señor, concédeme serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que sí puedo y sabiduría para reconocer la diferencia”.

Nadie inicia un nuevo negocio con la idea de fracasar

 

Es un riesgo que siempre está presente y hay que saber hacerle frente. El emprendimiento que he iniciado es mi responsabilidad. Si fracaso en el emprendimiento, el culpable no es mi socio, ni el gobierno, ni mis clientes, ni mis proveedores o la mala fortuna, o el tiempo que ha estado muy lluvioso, ni siquiera los dioses que están conspirando contra mi.

Un emprendimiento, y muchas cosas en la vida, conlleva tres aspectos: yo, otra u otras personas y mi relación con ellos. Para el emprendimiento, las otras personas son mis clientes, los socios, los proveedores, los financistas, es decir lo que hemos llamado los aliados. La relación con ellos son los sistemas de comunicación, la publicidad, la estrategia de compras, el plan de negocios, el proceso para conseguir el financiamiento, etc. Es mi responsabilidad alinear esos tres vectores en una relación gana-gana.

Gerardo Fonthal

Inventor, emprendedor, profesor universitario

Asesor empresarial

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  1. Que lección tan grande aprendí en este escrito, no hay culpables de fracasar solamente hay que creer en pontencial que cada uno tenemos los factores externos son nuestro aliados para triunfar en lo que nos propongamos.